"El mar, la mar, sólo la mar". Con este verso de Rafael Alberti, poeta andaluz del 27, quisiera comenzar esta entrada.
Tenía una cita pendiente al pasar mis vacaciones de Navidad en Lepe y ésa era sin duda la visita a la playa de La Antilla. Fiel a mi costumbre española, pero ahora arraigada en Holanda, me desplacé en bici hasta pie de playa, donde disfruté que mis ojos me hicieran chiribitas contra el sol onubense.
La arena, fría por el invierno, daba paso al Océano Atlántico, que moldeaba la costa provocando pequeñas dunas y golas. El sol, sin impedimentos por lo despejado y azul del cielo, se reflejaba en las tranquilas aguas dando unas instantáneas preciosas como la que acompaño aquí abajo. Parece mentira tener este paraíso a tan sólo unos kilómetros de casa, si bien es mejor aún la playa de Nueva Umbría. No pude visitar ésta porque requería más tiempo y esperaba visita, sí que en cuando recibí la llamada telefónica para avisarme de que había llegado pedaleé hasta mi casa. Veinte minutos y allí estaba.
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