No ha caído un chaparrón, pero todo está húmedo. Ha estado lloviznando toda la bendita mañana, aunque fiel al dicho holandés "un poco de lluvia no mató nunca a nadie" me he aventurado a salir a hacer el "par" de recados que tenía pendiente para hoy.
A saber, he ido a la biblioteca, donde tras esperar a que un buen estudiante escanease unas treinta carillas una a una, pude por fin escanear yo la mía, mi contrato de estudios modificado para la Universidad de Huelva. Esperando no más percances de ese tipo, fui a mi Facultad a dejar la versión europea del contrato de estudios modificado para que sea comprobado por la autoridad competente y me lo aprueben, espero. En cualquier caso, ya me avisarán por correo, espero que pronto. Finalmente, la vuelta a casa ha tenido tres paradas: la oficina central de la residencia, para llenar las ruedas de la bici; el centro comercial BrusselsePort, para comprar una tacita de café -de estampado vacuno-, un azucarero, un encendedor para el hornillo y un alargador para afeitarme con la máquina eléctrica -no hay enchufes en el cuarto de baño... de locos-, y finalmente fui al Jumbo a por orégano, pimienta y algo de mozzarella, si bien me permití el pequeño lujo de pillarme una especie de pizza-pan para antes de ir al curso. Nada pesado, o el cuerpo me pedirá siesta.
Y aquí estoy, esperando que llegue la hora del curso de inglés, mientras fuera llovizna y hace un día de perros que anuncia que se acabó lo bueno aquí y que a partir de ahora la lluvia no dará tregua hasta la primavera.