En casa. ¿Al fin en Lepe? ¿Ya en Lepe y no en Maastricht? ¿Se acabó todo? Tantos títulos que no sé cual poner... igual que cuando llegué a Maastricht. En cualquier caso, estoy en Lepe, en casa. Así que así lo he titulado.
He tenido un viaje movido, ya contaré con más detalle cuando tenga algo de tiempo. Este blog no termina hoy, no aún. Me quedan cosas por contar, viajes por narrar, curiosidades que decir y fotos que enseñar. Aviso que he llegado sano y salvo después de todas las desventuras que he tenido por el camino y que finalmente he vuelto a mi tierra.
No puedo, eso sí, terminar esta entrada sin decir que me he levantado de muy buen humor. Rayos de sol entraban por la ventana aún con la persiana echada y, aunque esta habitación es más fría, se notaba una temperatura en la calle más agradable que la de Maastricht. Ya despierto, escuchaba desde la calle palabras en mi lengua, en mi andalú. ¡Qué alegría ese sonido en mis oídos al amanecer! Tras tanto tiempo hablando el español reglado, ayer al llegar al aeropuerto no había quien me callase en mi andalú. Ya tendré tiempo de seguir hablándolo... y escucharlo, que esta noche podré asistir a la Gala de Carnaval de Lepe.
La nota un pelín triste es que en la estación de trenes de Charleroi-Sud pusieron en megafonía la canción Titanium, que tanto le gusta a Lilia Fiore y escuchábamos una y otra vez todos juntos. Me quedé paralizado un segundo, pero decidí romper el hechizo y caminar o no me movería de allí. Para mí ése es el punto en que, con sus ventajas y desventajas, dejé de ser un Erasmus para ser un ex-Erasmus.
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