miércoles, 1 de febrero de 2012

La vida Erasmus

Me queda poco para volver. Y tengo entradas pendientes para publicar, aún no redactadas, pero a ésta le daré prioridad. Hace unos días que quiero retratar, con mis palabras, cómo es a título general una Erasmus. Allá voy. 

"El estudiante Erasmus nace para morir. Esto es porque la vida Erasmus comienza con fecha de caducidad. Lo peor de todo no es sino saber la fecha de dicha muerte desde un principio... que poco a poco va llegando mientras parecía tan lejana al principio. Pero esto es el final, vayamos al inicio.

Tras la importante decisión de salir de casa por meses, cumplimentar la burocracia y hacerse de valor para partir, el estudiante Erasmus aterriza en el extranjero como un bebé. No conoce nada, a nadie, su nivel de idioma va justito y, pese a ello, camina con ilusión y miedo a partes iguales hacia su destino. Tras la primera semana de vida Erasmus se ha conocido gente, los primeros lugares de la ciudad y se ha entrado en contacto con el idioma extranjero. Es así como el niño Erasmus va creciendo valiéndose por sí mismo en casa con las tareas domésticas, en su trabajo como estudiante frente a la burocracia de la universidad de acogida y en la calle con la rutina de la compra, el banco, el correo y hasta la peluquería. Pese a ello, no estará solo. Paulatinamente va conociendo gente, algunos más afines que otros, que van conformando su nueva familia: su familia Erasmus. Se forma un vínculo extraño, diferente... es muy fuerte en pocos días y, sin embargo, no es parecido a ninguna amistad vivida antes. Esta familia supera diferencias culturales, raciales, de sexo e ideológicas. Se apoya en momentos de dificultad frente a la carga lectiva y en ratos de alegría en fiestas.

El adolescente Erasmus comienza a defenderse en su sociedad. Acude a la universidad y empieza a manejarse, mejora su idioma y ya tiene sus primeras relaciones sociales. Tiempo para descubrir, junto a sus familiares Erasmus, parte del mundo, todo lo posible. Se ahorra dinero de donde sea, incluso la comida. Lo importante es pasarlo bien, estar de fiesta y conocer ciudades. El joven Erasmus viaja y aprende, observa y asimila. Entre risas y bromas, admira la belleza de monumentos y descubre costumbres que le eran desconocidas.

Pese a que estar de fiesta no harta, la adolescencia da paso a la madurez y el ya adulto Erasmus comienza a ser consciente de la caducidad de su vida. Es momento para seguir yendo de fiesta, pero se le da más importancia a las reuniones familiares en las que cada uno pone algo de comida y bebida y todo se comparte. Llega el tiempo de pensar en qué se quiere visitar y buscar hueco para ello. Con la adultez ha llegado la responsabilidad y hacer frente a los exámenes... justo cuando más se quiere hacer y más tiempo se necesita para pasar con la familia Erasmus. Nace algo de agobio al querer hacer de todo y sólo poder hacer un poco. 

Todo llega, y el estudiante Erasmus se hace viejo. Al final de su vida, el Erasmus asimila que se le acerca su fin. Conserva la paz interior de todo lo vivido y aprendido, pero no quiere irse; no quiere dar el paso. Quiere reír y llorar al mismo tiempo; no hacer nada y esperar; hacer todo lo que no pudo hacer antes y no quedarse quieto. Antes de partir, se despide de todos sus seres queridos con la promesa de volver a verlos. Una promesa en forma de anhelo, en forma de consuelo para un corazón que debe decir adiós demasiadas veces en tan poco tiempo. Es entonces cuando se entrega a una especie de budismo Erasmus en el que se cree en la reencarnación. Habrá otra vida tras la vivida, algo más después de la muerte Erasmus. En esa otra vida, quizás, se reencontrará con sus familiares de la vida Erasmus. Con este pensamiento se reconforma y se pone de rodillas a la espera del postrero momento, que llega generalmente con un avión.

Tras la vuelta a su antigua casa, el tiempo no ha pasado. El ya ex-Erasmus es de nuevo joven. Y está triste... vela en secreto su propia muerte y desearía poder resucitar, aunque fuese por segundos, para decirle a sus familiares que los quiere, que los guarda en el recuerdo, para abrazarlos y no soltarlos. Los que le rodean lo ven extraño, diferente; él se ve incomprendido. Se salva de la depresión con el tiempo, la esperanza de ver a sus familiares Erasmus y el consuelo de que, aunque ya pasó, su vida Erasmus quedará para siempre en su corazón, grabada a fuego. Pasado un tiempo, si logra volver a ver a alguno de sus familiares Erasmus, será como el tiempo no hubiese pasado nunca y, con un cuerpo más maduro, volverán a los viejos tiempos recordando batallas pasadas como dos militares al final de su carrera.
"

Se que es difícil condensar en un sólo texto toda una vida Erasmus... por no decir imposible. La experiencia de vivir en el extranjero unos meses fuera de casa, conviviendo con otros estudiantes, es simplemente indescriptible. Todo lo que puedo decir es que es una experiencia vital inimaginable hasta que se vive. ¿Y los estudios? Académicamente la mayoría perdemos más de lo que ganamos... pero, ¿qué son los conocimientos teóricos frente a haber crecido tanto como persona?

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