sábado, 1 de octubre de 2011

Experimentando

(Traducción al español debajo)

Un amico me ha detto que provi a scrivere in italiano in il mio blog per fare un testo nella questa lingua, e cosí poterla migliorare. La idea iniziale era scrivere un testo semplice che fosse corrigiuto per lui, ma non é una idea brutta farli qui. Per cominciare, penso que un piccolo testo di quattro oppure cinque linee é tropo bene, surtutto quando é la prima volta che scrivo in italiano dopo il mio corso di livello A1 e, come non puó essere d'altra maniera, di parlare via Facebook con i mei compagni Erasmus d'Italia. 

----------------------------------------------------------------------------------------------

Un amigo me ha dicho que pruebe a escribir en italiano en mi blog para hacer un texto en ese idioma, y así poderla mejorar. La idea inicial era escribir un texto simple que fuese corregido por él, pero no es mala idea hacerlo aquí. Para empezar, creo que un pequeño texto de cuatro o cinco líneas está bastante bien, sobre todo cuando es la primera vez que escribo en italiano desde mi curso de italiano de nivel A1 y, como no puede ser de otra manera, de hablar por Facebook con mis compañeros Erasmus de Italia.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Barato, barato

Me he aficionado al Jumbo, el supermercado más cercano y a la vez más barato entre los de por aquí. Al fin he encontrado salchichas a un precio decente, lo cual ha reconfortado lo más profundo de mi alma. Además, resulta que la última semana de cada mes hacen un 10% de descuento a los estudiantes presentando su tarjeta, así que obviamente ya se cuándo voy a concentrar la compra mensual. De hecho, he pillado sobrecitos de sopa para todo el mes, creo, y es que creo que me van a sentar de maravilla en cuanto caiga el fresco. 

Un poco de verdura en bolsas bien para la sopa, bien para una menestra siempre viene bien para combinar. Y para cerrar tenemos, cómo no, mi querida pasta. Calculo que el 80% de los días comeré pasta al menos una vez: con tomate, a la carbonara, con mozzarella, aglio e olio... de cualquiera de las maneras. 

De todos modos... he de decir que el título engaña. Lo que aquí es barato sería carísimo en España. Como muestra, un botón: la cerveza en cualquier pub no baja de los 2,50€ y lo mismo vale un billete de bus urbano de menos de 5 km. Ojo, con cerveza me refiero a la Heineken o a la que tenga cada local, nada de pedir exquisiteces. 

A veces los días vienen negros

Menudo viernes... si en la biblioteca ya sali negro al perder mi USB por despistarme 3 minutos, no me faltaba otra que se rompiera el guardabarros en en hierro que lo sujeta al cuadro y ahora haga un ruido infernal sobre la rueda. Para colmo, a ésta parece haberle aparecido un agujero por el que creo que está empezando a asomar la goma interior... al menos no vi al gato.

Il poliglotta

El título está bien escrito, sólo que en otro idioma. En concreto, en italiano. Con esa palabra me definió una chica italiana, ya que me están haciendo coger fama de que hablo muchas lenguas -eso es un políglota- y casi que hay que tener cuidado con lo que se dice delante mía porque puedo estar enterándome perfectamente como no hacen por ejemplo los holandeses. 

Tengo que decir que me hizo gracia y hasta me halagó un poco, pero es inmerecida. De hecho, sólo hablo español e inglés a un nivel avanzado o fluido. El italiano lo entiendo perfectamente a los nativos, ya incluso cuando hablan a su velocidad normal, pero me queda que adquirir vocabulario e interiorizar estructuras. Cada día tengo más claro que quiero volver a España con un B1 en italiano mínimo. Curioso... ir a Holanda para mejorar el italiano. En cualquier caso, el resto de lenguas casi ni las incluiría. El francés lo tengo oxidado con tres capas de roña, así que tendría que pulirlo mucho para volver a usarlo. No obstante, ahí está... aunque entristezca pensar en seis años estudiando una lengua para luego tenerla en la basura. El resto son sólo chapurreos y palabras sueltas... como en griego, sueco y ruso. 

Esta explicación la he dado en su momento. Es más la impresión que la realidad, pero nada... me han cogido miedo. De todos modos, es una broma del italian team... y el italiano sí que lo entiendo ya casi perfectamente, aunque por educación obviamente no voy poniendo la oreja. 

jueves, 29 de septiembre de 2011

Como un amo de casa

La primera colada ha sido superada satisfactoriamente y una pequeña montañita de ropa planchada da el visto bueno al que escribe en las tareas de casa más inaccesibles al hombre de siempre. La lavadora y yo nos hemos dado una segunda oportunidad, de la que ha sido fruto mi ropa limpita como una patena, y la plancha ha tenido a bien no quemarme nada en nuestra primera cita. 

Además, he de mencionar el buen comportamiento del horno de gas, y es que pese a mis miedos iniciales con tan ancestral instrumento parece que le voy cogiendo el truco... y eso que lo vi manejar en mi infancia no pocas veces. Me pregunto cómo será el salto generacional con los siguientes electrodomésticos... 

Por cierto, acaba de sonar una ambulancia y me ha llamado la atención: es la primera. O aquí tienen muy pocos accidentes o hay muchos en Huelva, porque allí era la música diaria y aquí es una ópera mensual. Será que vivo en las afueras...

Siempre hay papeles que rellenar

A los futuros estudiantes Erasmus deberían avisarles antes que nada de la gran cantidad de papeleo que hay que rellenar para estudiar un par de asignaturas a unos cuantos kilómetros de casa. Y siempre y cuando no salgas de Europa todavía están simplificados, porque no necesitas permiso de residencia ni visado. 

En cualquier caso, me estoy acostumbrando a publicar los viajes, visitas y fiestas, dejando descuidado quizás en cuando a información en este blog todo el papeleo que tengo. De hecho, llevo aquí dos semanas exactas y pocos días hábiles he estado sin salir para rellenar algún documento o hacer algún trámite. Demos un repaso a los principales: 
  • Firma del contrato de la residencia 
  • Entrega del certificado de llegada
  • Entrega del contrato de estudios
  • Adquisición de la tarjeta universitaria
  • Adquisición de la tarjeta Erasmus
  • Inscripción en los cursos del periodo 2 (noviembre-diciembre)


Eso ha sido lo realizado, sin contar actividades materiales como conseguir una bicicleta, localizar el supermercado más cercado, comprar una colcha para la cama, adquirir un ratón de ordenador o reconciliarme con la lavadora. 

Así visto puede parecer mucho o poco, depende de cómo se mire... pero es realmente cansado cuando te aparece algo justo cuando terminas otra cosa. Por ejemplo, aún me quedan por solucionar la inscripción en el padrón municipal y la modificación del contrato de estudios (convalidación de asignaturas), además del pago del próximo mes de residencia -leche, cómo se va el dinero aquí-. Creo que con ello habré terminado por el momento... aunque prefiero no esperanzarme, porque como titulo esta entrada... siempre hay papeles que rellenar.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lunes en Maastricht (obviamente, Países Bajos)

Después de un fin de semana ajetreado y de haber dormido como un bebé el domigno por la noche debido al cansancio, quedé por la mañana con el greek team para acompañar a Elpida y Georgia en su  paseo de exploración de Maastricht. Para empezar, tomaron un autobús hasta el centro mientras que Lilia, Marina y yo fuimos en bici. Lo primero que hicieron las visitantes fue alquilar una bici... y es que, como me dijo Íñigo el primero día, aquí sin bici no eres nadie. Lilia y Marina tenían clase, pero ésta última decidió que iba a aprovechar más el día estudiando después en la biblioteca, así que volvió y vino con nosotros tres. Entre Marina y yo fuimos liderando el grupo por Stadspark por turnos, visitando poco a poco todo el parque con sus lagos con patos, senderos entre árboles y una muralla defensiva del casco antiguo con dos torres flanqueando una puerta.

Una de las anécdotas del día fue llevarlas a una en la que el canal descendía sus aguas a otro inferior mediante dos canales más pequeños: uno con rocas para evitar la velocidad del agua y otro con compuertas. Al ver el primer panorama, Georgia se quejó de lo feo del paisaje, pero cuando vio la imagen que ofrecía la zona de atrás de las compuertas, que es la que aparece en la foto de la izquierda, quedó encantada. Yo no fui menos y pedi que me echaran una foto en ese mismo sitio. Arriba aparece Marina, que les estaba echando una foto a sus dos compañeras. Hicimos un alto para acompañar a Marina a la biblioteca, que iba a estudiar durate unas horas. La otra anécdota está relacionada con el caballero de la estatua de abajo. Me llamó poderosamente la atención lo que se parecía a un mosquetero real por su atuendo. Cuando me acerqué, vi en el pedestal inscrito "Tous pour un, un pour tous", así que blanco y en botella. Mayor fue mi sorpresa cuando vi el nombre de tan insignie mosquetero entre tanta palabra en holandés: D'Artagnan. Por supuesto, me eché una foto junto a la estatua del archiconocido personaje de Dumas.

También recorrimos el Bastión Waldeck, que parece tener unos siglos y al cual ya echaré fotos más adelante. Maastricht no es muy turística, pero tiene algunas joyitas escondidas que merece la pena visitar... y desde luego perderse por sus parques es una de ellas. Tras visitar este último parque, Elpida, Georgia y yo fuimos a buscar una pastelería, pero todas cierran en lunes... así que nos acercamos a que devolvieran las bicicletas y llamaron a Marina para ir a buscarla. La pobre no había podido estudiar en las tres horas que la habíamos dejado sola... 

Finalmente fuimos al centro de nuevo para que las compañeras de Marina cogieran el autobús de vuelta, mientras ella y yo retornábamos en bici. Esa misma noche intenté subir al blog lo sucedido el fin de semana, pero la conexión a Internet ha estado muy perezosa los últimos tres días, hasta que por fin he podido ir actualizando convenientemente mis peripecias deambulando por el país de los tulipanes -no los veré porque salen en primavera-, el queso, la cerveza y el color naranja.


Domingo en Utrecht (Países Bajos)

A veces las cosas no salen como parecen, pero aún así merecen la pena. Con esta frase podría resumir mi pequeño viaje a Utrecht. Un viaje en tren que pudo costarme 13€ con la necesaria antelación y previsión me costó 38€ por una serie de desatinos, a saber: no comprar el billete en Jumbo con antelación y con la oferta y después en la máquina por error coger billete de ida sólo. Pese a equivocarme y hacer caer en el mismo error a Lorenzo, más tarde tuvo la gentileza de compartir los gastos extras de la equivocación reduciendo en 7€ mi extendido gasto. Con esto en la mente, se me antojaba un poco difícil disfrutar del viaje como se merecía, pero puestos a ello era mejor no darle vueltas a la cabeza y disfrutar que terminar de arruinar un día que a lo mejor simplemente había empezado con mal pie. 

En el trayecto de ida me senté con el equipo griego -me da por llamar equipo cuando se juntan varias personas de una misma nacionalidad y están el spanish team, el greek team, el italian team...- sintiendo fastidiarles la posibilidad de que hablaran griego -tenemos por norma de cortesía cambiar al inglés siempre que alguien que no entiende la lengua está presente y se queda aislado de la conversación, salvo que sea para cosas puntuales y breves-. En cualquier caso, y aunque me costó despertarme y cambiar el chip a pensar en inglés -como a Marina, que estaba sentada a mi lado-, pude recordar algo de griego y aprender nuevo, así como transcribir a letras grecas "Johnny, la gente está muy loca" para mis compañeras de viaje. A la llegada nos tomamos un café en Starbucks para despejarnos y empezamos a recorrer la ciudad de camino al centro. Por el camino me eché la foto que acompaño arriba junto al canal principal de la ciudad. 

Compartiendo el destino éramos seis españoles -cinco catalanes y un andaluz-, cuatro italianos, tres griegas y un francés. Pese a la mayoría de la Furia Roja, una vez en el centro nos dividimos en dos grupos. Por un lado fueron los cinco catalanes, que no querían ver la torre principal y les apetecía dar una vuelta por la ciudad, mientras que por otra nos encaminamos el resto, entre ellos yo -único español ahora frente a cuatro italianos, tres griegas y un francés-. Compramos billetes para entrar a la torre principal de la ciudad, en todo el casco histórico, y nos dispusimos a esperar la hora de la visita guiada dando una vuelta, en la que nos encontramos con el equipo catalán. Una italiana se les unió en la idea de ir a un sofá que había justo a pie de canal tras comer todos en un restaurante de comida rápida griega a propuesta de Marina, ya que era su cumpleaños. Los Pita estaban bastante buenos y además pudimos degustar gratuitamente feta -queso griego-, aceitunas, pimientos y carne que estaba expuesta en el mismo restaurante mientras esperábamos la comida. El dueño tuvo que reponer el queso y creo que quedó poca carne... Quienes habíamos comprado el billete para la torrecita nos encaminamos a la oficina de turismo a esperar. 

Peldaño a peldaño, a pie, subimos los setenta metros de la dichosa Domtoren, donde nos echamos la foto de la derecha a modo de señal triunfal. Se ve todo Utrecht al fondo, las vistas eran maravillosas. Se trata de la torre antigua más alta de toda Holanda y todavía pudimos subir un poco más por el interior de uno de los pilares del campanario final para llegar al mismísimo techo con sus gárgolas. Sobra decir que todas las articulaciones de las piernas pedían piedad al ansia turística e incluso Marina no podía con su vértigo. Con todo, pudimos llegar sanos y salvos a la base de la torre, donde firmé adjuntando "Un lepero ha estado aquí" con su correspondiente traducción al inglés. Y es que el orgullo patrio acompaña a todas partes, así que no me pude contener y lo expresé en tinta justo al lado de las firmas de los Erasmus. 

Continuamos nuestra ruta y volvimos a encontrarnos con los catalanes, que estaban disfrutando del paraíso legal de los Países Bajos y sus bendiciones naturales. Decidimos montarnos en uno de los barcos que nos daba una vuelta por los canales que rodean el casco de Utrecht, si bien los catalanes decidieron ir en unos a pedales, que eran 2€ más baratos por persona. Eso sí, se montaban dos para alquilarlos y luego en el canal de al lado iban los otros. Todo ingeniería económica que les salió bien, aunque terminaron reventados. Tras el paseito en barco se nos despidieron tres italianas -las que aparecen en primera línea en la foto: Arminda, Lilia e Irena- y el francés -al fondo-, con lo cual quedábamos en mi grupo Lorenzo (Italia), Marina, Elpida y Georgia (Grecia) y yo (Lepe). A partir de ese momento, salvo momentos de conversación grupal en inglés, estuve hablando italiano con Lorenzo, y a veces él me respondía en español. Curioso que ambos quisiésemos evitar nuestras lenguas maternas para aprender otras... ¡la idiosincracia del estudiante Erasmus! La verdad, creo que hablé más italiano que español el domingo y me gusta. Eso sí, tengo que vigilar que se me está pegando demasiado el soniquete hasta el inglés, ahora entiendo a los pobres. 

Pudimos ver el bulevar de las manos de las estrellas del cine del festival de cine de Utrecht, que es bastante famoso y hasta tenía por allí un escenario montado. Le eché una foto a la mano de una tal Van Houten, quizás porque debe de ser familia de cierto amigo de Bart Simpson. Tras eso nos tomamos una cerveza con los catalanes, con quien volvimos a cruzarnos, y nos despedimos de ellos para salir en el tren anterior y llegar algo antes. 

Pese al intento, el tren se empeñaba en retrasarse y pasaron dos antes que sólo llegaban a Eindhoven. Eso sí, estuvimos mientras hablando con una estudiante holandesa a la cual acribillamos a preguntas sobre las ciudades de Holanda que mejor podíamos visitar. Una vez dentro del tren, que llegó casi media hora tarde -imperdonable para un tren holandés salvo en época de nieve-. Estaba literalmente lleno hasta de gente de pie en los pasillos de entrada... así que buscando sitio nos recorrimos el vagón anterior y posterior a la puerta por la que entramos. Como aún así no encontramos nada, nos sentamos en unos asientos de primera clase que vimos, con la intención de levantarnos cuando el revisor viniera a ver los billetes -tras enseñárselos, obviamente-. No vino y quedaron libres unos asientos de segunda clase, creo que en Eindhoven, así que nos pasamos a los que nos tocaban -y en los cuales estábamos mejor reunidos-. Tras llegar a Maastricht y bajarnos del tren vimos al equipo catalán, que al final había entrado al mismo tren que nosotros. Finalmente, llegamos a casa sin incidentes que relatar, salvo que casi me bajo dos paradas antes por equivocación... y dado que el bus urbano cuesta 2,50€ por trayecto -menor a 15 mins, que todavía puede costar más- no está la cosa para andar después de haberlo pagado. 




martes, 27 de septiembre de 2011

Sábado en Bilzen (Bélgica)

El sábado, un grupo de nueve compañeros nos aventuramos a ir a Bélgica montando en bicicleta. Cuatro italianos, tres españoles, un escocés y una canadiense; cinco chicas y cuatro chicos. 

Las primeras fotos del día cayeron rápido, previniendo la ola de flashes que nos iba a acompañar toda la jornada. De hecho, hay algunas muy graciosas por ahí y me enorgullece ser protagonista de varias. No obstante, la primera foto grupal y de importancia fue ante la frontera, como no podía ser de otra forma. Un cartelito que decía "Flandes, provincia de Limburgo, localidad de Veldwezel, municipio de Lanaken" nos indicaba el lugar exacto y allá que fuimos valiéndonos del bendito temporizador de la digital. En la foto, de derecha a izquierda: María, Meera, Matteo, Federico, Kenneth, Lorenzo, Arminda, Marina y yo. Por los nombres se intuyen un poco los países, pero algunos ofrecen dudas. Como antes dije el número por géneros y nacionalidades y dejo la foto también, os dejo mis queridos lectores la tarea de poner cara a cada uno. Sólo diré que yo llevo unas gafas de sol en la cabeza, por si os cuesta reconocerme. 

Diez kilómetros, más bien nueve por lo ya recorrido, estábamos en Bilzen. La mayoría de la carretera no tenía carril bici y allá que indignaba no poder pasear nuestras Yamaha por la autovía de los pedales... se notaba que no estábamos en los Países Bajos. De hecho, comenzaron las bromas del tipo: ¡Anda, pero si en Bélgica también hay casa Peugeot! He de decir que la culpa fue mía, ya que antes de salir debatíamos quién llevaba bocadillo y quién iba a comer en la ciudad de destino cuando le pregunté a un belga de la residencia con todo el salero de un andaluz: Oye, Gauthier, ¿en Bélgica tenéis supermercados? Claro, el cachondeo estaba servido. 

Una vez en Bilzen nos encontramos una curiosa fiesta que me di en hacerla coincidir con la alegría de los locales por nuestra llegada. De hecho, había un local que se había quedado de blanca piedra, sobre un pedestal. Se trata de una estatua de Jesús de Nazaret al cual le faltaban los dedos de la mano derecha y éstos estaban en alambres. Me apresuré a saludar a mi buen conocido de España y por facebook circula una foto en la que están etiquetados Daniel Toscano y Jesuschrist. No digo más, salvo que intenté dejarle mis gafas de sol a sus pobres ojos pero era muy cabezón para ello. 


Tras saludar a mi conocido, pasamos por la iglesia local, donde echamos un par de fotos y me dio por probar con el agua bendita a ver si mis manos se derretían o era solo un mito... pero hay que ser respetuosos así que me dejé de tonterías con ritos ajenos. Al fin y al cabo, esa piedra con agua tiene significado para la gente del pueblo. 

Después fuimos a comer y a comer y a comer más todavía. Siempre había alguien con hambre tras haber caído gofres, baguettes y hasta muffins. Una foto para el recuerdo: un italiano bebiendo café en Bélgica y hasta diciendo que estaba bueno. Non é possibile! En cualquier caso, tomamos el camino de vuelta no sin antes guiarnos por nuestra intuición para encontrar el castillo del municipio. Veíamos carteles marrones de "Anden Biesen" y sí, así se llamaba el castillo de Bilzen. De época moderna a juzgar por su apariencia, más cercana a un palacio que a un castillo medieval, estaba esperándonos a unos 8-10 km de la ciudad.

Como costaba doce eurillos por cabeza y parecía estar relleno de oficinas no vimos interés en entrar, aunque dimos la vuelta completa y Kenneth intentó entrar por la puerta trasera que se ve en la foto junto a un grupo de floristas a domicilio. No coló. De hecho, lo que había dentro del castillo parecía ser un mercadillo de flores... más que una visita en sí al castillo. Además de la que se ve, me eché una foto con unas vacas blancas en medio de la pradera, sueltas, así que tampoco me acerqué mucho porque una me miraba fijamente y no tenía ganas de hacerme el torero delante de mis compañeros. No por cobardía o miedo, sino por evitar alimentar tópicos nacionales, ya sabe. A mí eso de capear novillos de varias toneladas me sabe hasta a poco... 

Estuvimos todo el grupo descansando en la hierba de una colina pegada al castillo y que estaba coronada por una especie de templo a una diosa grecorromana. Eché fotos, obviamente. Es lo que pasa cuando uno se lleva la cámara y sale de la ciudad... que en unas horas caen medio centenar de instantáneas. De hecho, antes de volver a cruzar el Albertkanaal (Canal de Alberto escrito en holandés para fastidiar su comprensibilidad) todavía nos echamos una última foto con las bicis y, casualidades de la vida, una tienda de bicicletas detrás. Casi al llegar tomamos un camino más corto por iniciativa mía y llegamos los cuatro primeros juntos, pero el resto tardaba en llegar. Nosotros estuvimos esperando media hora antes de irnos para hacernos la última foto de grupo en la residencia... pero ellos estaban tan tranquilos comprando en el Jumbo -supermercado-. 

Todavía, al llegar, me quedó cuerpo para ir a la cena que habían organizado los que se quedaron en la residencia, aunque por mi parte preferí cenar en casa e ir después con una cerveza al coloquio. No me fui muy tarde, estuve el tiempo justo para tomarme la cerveza, echar el rato e informarme del viaje del día siguiente a Utrecht para ir allí... pero eso es otra historia...

domingo, 25 de septiembre de 2011

Adelanto del fin de semana

No me he olvidado del blog, pero me falta tiempo para escribir. Desde la última entrada estuve en una cena grupal, salimos por la noche y a la mañana siguiente sali a Bilzen (Bélgica) con algunos compañeros. Ha sido llegar, ducharme, cenar algo y salir a la cena grupal de esta noche, tras la cual aquí estoy. Mañana vamos a Utrecht, para terminar de apurar el fin de semana. He hecho fotos y mañana tocarán unas cuantas más, ya las iré publicando y contando estos días.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...