A veces apetece quedarse en casa todo el rato, ya sea por el mal tiempo o por simples ganas. Mi caso hoy ha sido una mixturita de ambas. Las nubes con viento no invitaban a pasear y tampoco había muchas ganas de paseo tras la paliza de ayer.
Me levanté a media mañana dispuesto a salir a por una bici y la compra de provisiones para la guerra en Flandes comida para sobrevivir comer, pero me da que al final todo queda para la engorada agenda del lunes. Creo que he dejado tantas cosas para ese día que me va a dar un soponcio en el camino o me quedaré más que a gusto cuando termine. En cualquier caso, desayuné a lo holandés un poco que queso con pan, aunque el gruyere de aquí no me hace la simpatía que yo pensaba, así que habrá que probar con el gouda o el edam. Y los quesos no es lo único que he probado, las cervezas cercanas Lefe y Brand no están nada mal, cada una a su estilo.
Pese a lo dicho, no he pasado todo el día en casa. A la tarde sali a jugar un partidito de fútbol con mis compañeros internacionales -a ver, ninguno es de una selección nacional, pero somos estudiantes internacionales y bueno, si eso la selección europea- y mi equipo ganó el partido por 3-2 en el cual me marcaron el segundo siendo portero -nos pusieron 1-2- y pude marcar el tercero desde la banda disparando a la porteria solitaria, aunque tuve suerte pues el balón describió una parábola.
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