Este lindo minimo de casi dos palmos de altura es la mascota de la residencia. Lleva unos dos meses vagabundeando por el edificio y alrededores y me lo he encontrado en los lugares más inesperados. He de decir que el edificio tiene llave en cada puerta, de suerte que, al salir de mi piso, puedo ir a la derecha y salir inmediatamente o ir a la izquierda hasta el final del pasillo, puerta, bajar las escaleras hasta el garaje, puerta, salir con la bici, puerta, y a la calle. Cada una de ellas, como he dicho, tiene llave, aunque de todos modos no me imagino a este felino abriendo una puerta por el pomo.
Entrando o saliendo me lo he encontrado en el rellano, ante la puerta, en los pasillos, mirando por un cristal... y en el garaje. La última vez me lo encontré junto a la ventana de la cocina y salí raudo a echarle una foto. Tras unos seis intentos logré una instantánea más o menos decente, que es la que os muestro. La verdad, no fue fácil equilibrar llamar su atencion, que no entrase en el piso y a la vez no salir yo por el frío que hacía con echarle una foto digna. No obstante, aquí está, a las seis de la tarde ante mi puerta. Y sí, ya había noche cerrada a esa hora.
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