viernes, 4 de noviembre de 2011

¡Una cerveza, maestro!

Obviamente, aquí las cervezas no se piden a lo sevillano ni te ponen una Cruzcampo por un euro, pero los Países Bajos es un país famoso por sus cervezas, flanqueado por dos países más cerveceros todavía si cabe, Alemania y Bélgica. Por cierto, ahí va una curiosidad: a la derecha está el símbolo oficial de la marca de cerveza andaluza "Cruzcampo", cuyo hombre regordete es Gambrinus, famoso rey belga amante de la cerveza y patrón no oficial de la misma. Para más inri, resulta que Cruzcampo pertenece desde hace algunos años a Heineken, el grupo cervecero neerlandés por excelencia. Al final... todo está conectado.


Y ya que la hemos nombrado, empezaremos la exposición cervecera por la archiconocida Heineken, disponible allá donde vayas en los Países Bajos y también en medio mundo. Suele ser la más barata y aún así ronda los 2,5€ en la mayoría de los bares por 25cl de zumo de cebada. Pensaréis que si pides una "cerveza" te ponen una Heineken por defecto... y puede ser que estáis en lo cierto pero cuando pides "cerveza" nunca sabes lo que te cuelan, igual que en España.

Otra muy famosa por aquí es Bavaria, la mayoría de las cuales se suele pedir sin alcohol. Es pues la marca de sin alcohol por excelencia... y por ende no la he probado aún. La otra variante tiene 5,0%, como la mayoría aquí.Tampoco la he comprado ni pedido, supongo que ya lo haré algún día... si eso.

La mayoría de los carteles de cerveza que tienen los bares aquí es de Bavaria, aunque la siguiente no es menos famosa. Se trata de Brand, la cual también aparece en muchísimos carteles al uso y luminosos. Es la cerveza que bebía al principio, de un sabor más acaramelado que la cerveza española, más suave en apariencia aún con sus 5,0%. Una buena cerveza en cualquier caso, quizás la mejor en comparación precio/calidad para comprar en el supermercado.

Continuamos ahora con una rubia fabricada en Bélgica, de fuerte sabor dulce, un alucinante 8,0% y que entra entre las más caras en el supermercado, Leffe. Es toda una delicia beberla, aunque el precio que tiene hace que sea prohibitiva para usarla de antesala para una fiesta.

Tiene un fuerte regusto, así que medio caliente es de esas que si las bebes te arrepientes. No sabe para nada como una cerveza española, típicamente refrescante, pues el sabor acaramelado de ésta, sin ser como una cerveza negra o una de chocolate portuguesa, hace que aún fría no deje sensación de frescor en la boca. En resumen, es una cerveza para degustar.

Sigamos ahora con una cervecita muy especial, hecha especialmente para mujeres. Se trata de Wieckse Rosé, una cerveza afrutada con un sabor dulce, por lo que entra rápido, demasiado rápido. No tiene ni rastro del sabor amargo de la cerveza y es un sucedáneo curioso. Sigue siendo cerveza, pero al igual que la Shandy está hecha de limón la Rosé tiene sabor a fresa y también un aroma a la misma. Aunque es más común entre mujeres, una vez por error terminé con una de ellas en la mano en un bar y he de decir que no está mal. Muy suave, pero nada mal.

Vamos ahora con otra de fabricación holandesa, aunque mucho más marginada aquí que en España. La propiertaria de la vieja Águila aquí es una cerveza barata, floja, de menor graduación de lo común y es poco consumida.

La compré hace un tiempo por ser económica, pero su mala calidad terminó por volverme loco junto a su tapón de rosca casi imposible de abrir a mano descubierta sin hacerse uno más daño que lo que después se disfruta la birra. Es curioso, pero diría que en España Amstel tiene más fama, renombre y se bebe más que aquí.

Turno para la cerveza del toro que, sorpresa, no es española ni por asomo.  Aquí la cervecita del toro es Jupiter, de mediana calidad y mediano precio, quizás una de las más fáciles de conseguir en los bares tras el trío Heineken-Bavaria-Brand. También algunos locales la tienen en sus letreros, aunque son minoría.

Se trata de una cerveza belga, como tantas aquí, aunque no sabría decir si allí se bebe más porque he ido poco y ninguna de las veces he ordenado pedido -me está haciendo daño el inglés, socorro- una cerveza.

Voy a terminar la exposición de cervezas locales con una belga, cómo no. Tras probar con la Brand, la Jupiter y la Amstel... encontré la horma de mi zapato. Martens es la cerveza más económica por aquí y no por ello es más suave o sabe mal. Las hay mejores, está claro, pero disfrutar de una cerveza que me cuesta a un euro el litro aquí es todo un hallazgo. De hecho, Heineken en el supermercado vale el doble, para que podáis haceros una idea. Por todo ello, aunque la ponga al final de la lista, Martens es la rubia de mis amores, la cual me acompañaba hasta hace poco en las salidas a habitaciones Erasmus ajenas antes de salir de fiesta. Uso el pasado porque desde hace dos o tres semanas me estoy aficionando al vino tinto... español, por supuesto. Aquí el Rioja de importación está sólo a 3,3€ la botella y el Aldea valenciano a 2,2€.

Bueno, ¿y cerveza española? Es imposible encontrar una Cruzcampo por estos lares, pero no todo está perdido. Estrella Damm es la cerveza española con más éxito aquí; la más fácil de encontrar entre las difíciles. San Miguel está en los restaurantes españoles y también Estrella Galicia en uno de aquí del centro, pero Estrella Damm es la única posible de encontrar fuera de ellos. Eso sí, en la licorería donde la vi -de supermercados nada- costaba la friolera de 5€ la botella de 0,75cl.  En el restaurante el tercio vale 3,5€, lo cual es muy barato en comparación con el resto, ya que es lo que puede costar una Brand o una Bavaria en cualquier pub.

Espero que os haya gustado esta exposición. Aquí la cerveza me vale un ojo de la cara en comparación con España... pero los griegos, italianos y franceses están encantados de tener este oro líquido a los precios de aquí, sobre todo las cervezas belgas.

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