"El mar, la mar, sólo la mar". Con este verso de Rafael Alberti, poeta andaluz del 27, quisiera comenzar esta entrada.
Tenía una cita pendiente al pasar mis vacaciones de Navidad en Lepe y ésa era sin duda la visita a la playa de La Antilla. Fiel a mi costumbre española, pero ahora arraigada en Holanda, me desplacé en bici hasta pie de playa, donde disfruté que mis ojos me hicieran chiribitas contra el sol onubense.
La arena, fría por el invierno, daba paso al Océano Atlántico, que moldeaba la costa provocando pequeñas dunas y golas. El sol, sin impedimentos por lo despejado y azul del cielo, se reflejaba en las tranquilas aguas dando unas instantáneas preciosas como la que acompaño aquí abajo. Parece mentira tener este paraíso a tan sólo unos kilómetros de casa, si bien es mejor aún la playa de Nueva Umbría. No pude visitar ésta porque requería más tiempo y esperaba visita, sí que en cuando recibí la llamada telefónica para avisarme de que había llegado pedaleé hasta mi casa. Veinte minutos y allí estaba.
Aproveché para grabar un simpático vídeo, sólo estropeado en parte por el ligero viento, aumentado por la velocidad a la que iba con la bicicleta. Sí, hice el vídeo montado en ella. He de advertir, para cuando lo suba, que no cometí ninguna temeridad pese a que en él parezca que me voy a chocar en un par de ocasiones. Soy un conductor cauto -no me lo creo ni yo, pero tenía que decirlo-. Unos chicos salieron saludando y a la vuelta me dijeron "¡no lo vayas a subir al Youtube, eh!". "Pues va para el Youtube", les respondí a lo lejos. Lo siento mucho... si no querían, que hubieran evitado el saludo. No voy a privarme de compartir un vídeo que había iniciado con la intención de subirlo a Youtube sólo porque alguien decide aparecer y luego quiere censurarme. Otra anécdota es una pareja que aparece besándose casi al final, sin quitar que el vídeo se me cortó justo cuando iba a terminarlo porque me quedé sin batería. ¡Qué cosas!
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