Por fin un alimento consistente, preparado por mí, y que me llena bien la tripa. He tardado una semana, pero al fin he podido hacer la especialidad de la casa: macarrones con tomate. Me han faltado las salchichas, que aquí no hay donde encontrarlas, así que eché algo de bacon en sustitución. No faltó la mozzarella para darle el toque definitivo y la verdad es que no me quejo, ha quedado bien. Mejor de lo que esperaba, teniendo en cuenta el cambio de sabor por los ingredientes. En la foto se ve el resultado, que queda como prueba de la heroicidad de haber sobrevivido a la cocina de gas -casi me quemo las manos dos o tres veces-.
Nada mejor para reposarlo que leer un poco de Derecho Administrativo en inglés y europeo, así que le pedí a Íñigo su libro y así me entretengo un poco leyendo inglés, adquiriendo vocabulario técnico jurídico y, por qué no, entrando en materia con mi área de conocimiento favorito. Luego, si el cuerpo no me reclama una siesta, iré a comprar la dichosa colcha.
Por cierto, ayer por fin me encontré con andaluces, qué alegría dejar libre tó mi acento andalú correteando por el aire holandés. Un compañero de clase de inglés es andaluz y, además, nos encontramos con las Tunas españolas en Amorplein tomando unas cervezas. Gaditanos, sevillanos y malagueños, sí señor, así da gusto.
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