Por fin he entregado en el despacho correspondiente los papeles de mi llegada a Maastricht, tras lo cual me acerqué a Jules & You, una especie de club de servicio integral a los universitarios, a preguntar por una bici. No obstante, no les quedaba ninguna, así que me mandaron a buscar tiendas de bici por la ciudad. Entré en una que encontré de casualidad y pregunté por una entre 60 y 70 euros... a lo que me respondieron que la más barata era de 120€. Decepcionado por saber que era lo que me esperaba en todas las tiendas -ya estuve consultando precios por internet- salí de nuevo a la calle y entonces un chico me llamó y me ofreció una de las suyas por 80€, con el candado incluido. Le pedi probarla e iba bien, con las únicas pegas de lo que comenté más arriba. No obstante, la dirección y la cadena van bien, que es lo que me importa básicamente. Eso, y que las ruedas estuviesen bien alienadas. Cerré el trato y volví a casita montado en mi flamante de 500 cc corriendo a toda leche, de suerte que tuve que aminorar porque se me quedaban mirando. Acostumbrado a la mountain bike, conducir ésta se me hace como ir en una Harley Davidson y claro... una Harley sin velocidad no es nada.
Estaba todo rodeado de árboles que alegraba la vista verlo, flanqueado por dos senderos para pasear andando o en bici. Quizás un día me anime... la bici va a hacer kilómetros, que se vaya preparando. Vi un cartel fronterizo pero al aparecer provincia de Limburgo me dio la impresión de estar aún en Holanda, cuando en realidad ya había pasado a Bélgica. No pasa nada, otro día subiré la prueba gráfica de mi estancia de 5 minutos en el extranjero -suena gracioso decir el extranjero para referirme a otro país cuando técnicamente ya lo estoy...-. En fin, que me dispuse a volver por la Via Regia por un caminin caminucho -sin bichos, pero con unos patos muy graciosos en un estanque- y me gustó tanto el paseo que todavía cuando llegué a la residencia quise dar otro paseito por este "pequeño parque" que tengo a las espaldas del edificio donde me alojo. Vivir aquí es una gozada para la vista con tanta vegetación en las avenidas, con tanto parque y además con esas hojas de otoño cayendo...
Mañana toca curso de inglés, a ver qué tal la primera clase. Y ahora mismo tengo una sopita de champiñones holandeses en la cazuela, sin querer mezclarse con el agua los jodíos. Se van a enterar de con quién están tratando...
No hay comentarios:
Publicar un comentario