En la comida estoy algo mejor... y por ello he escrito ésta entrada. El plato de arriba es tan sencillo como apetecible. Cebollita frita con aceite de oliva sobre pan, aprendido de mi amigo Dima y del cual me acordé mucho cenando aquel día, y es que se me venía a la cabeza las veces que, a falta de ganas de hacer la comida nos metimos sendos bocatas de deliciosa cebolla frita.
Y, hablando de elaboración laboriosa, llegamos a mis sempiternos spaguetti carbonara. Como siempre, a mi propia manera más que a la italiana propiamente dicha... y que a ellos les queda con mucha menos salsa y con la pasta al dente, mientras que la mía queda más blandita.
Por supuesto, no sólo me alimento con estos tres platos. Macarrones a la bolognesa o farfalle con queso son otras de mis opciones, aunque para la cena suelo gustar de una sopita con fideo fino. Para los desayunos y las meriendas, café, cereales y pan tostado -que no tostadas- con mermelada son mis opciones.
Tras explicar en abundancia el tema culinario, queda sólamente el ambiental. Oséase, si me abrigo bien o no. No diré que salga a la calle muy veraniego... pero da exactamente lo mismo. Con un 95% de humedad relativa en el aire como si me quiero poner diez capaz de abrigo, que el precioso vapor de agua penetra hasta mis huesos. De hecho, es como el invierno lepero pero peor. Claro... el invierno lepero más duro... cuando baja de los 10ºC con una humedad alta. Eso allí sucede a veces en el invierno más cerrado, mientras que aquí estamos a inicios de octubre y en ellas andamos. Al menos, espero que la humedad relativa descienda cuando empiece a nevar.
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