Es archiconocida la manía de las madres por tres asuntos capitales en la vida de cualquier estudiante universitario. A saber, si estudia, si come bien y si se abriga convenientemente. Normalmente, hablo por experiencia, la respuesta a tales preguntas suele ser sí siempre, aunque haya que decorar un poco la realidad a veces para no preocuparlas. Entrando en materia de actualidad, respecto a la primera cuestión no hay mucho que decir: no, y no es nada nuevo. Eso sí, voy actualizando el blog, estoy aprendiendo más italiano e inglés... intento mantenerme activo incluso cuando el tiempo prohíbe salir a la calle.
En la comida estoy algo mejor... y por ello he escrito ésta entrada. El plato de arriba es tan sencillo como apetecible. Cebollita frita con aceite de oliva sobre pan, aprendido de mi amigo Dima y del cual me acordé mucho cenando aquel día, y es que se me venía a la cabeza las veces que, a falta de ganas de hacer la comida nos metimos sendos bocatas de deliciosa cebolla frita.
A la izquierda, un plato de pasta a la mediterránea, que es el nombre en que me he dado a denominar este platito que he aprendido de manera autodidacta en una de las cenas que los estudiantes internacionales montamos cada viernes noche. Se trata de un plato sencillo, barato e incluso limpio para la cocina. Como ingredientes: pasta, aceitunas, atún, orégano y sal. No tiene más truco que cocer la pasta y añadir el resto de ingredientes, mezclar y a comer. El resultado, desde luego, es bastante bueno en comparación con lo que cuesta la preparación, algo difícil de encontrar en gastronomía y más aún en la pasta, cuyo acompañamiento suele ser costoso de elaborar.
Y, hablando de elaboración laboriosa, llegamos a mis sempiternos spaguetti carbonara. Como siempre, a mi propia manera más que a la italiana propiamente dicha... y que a ellos les queda con mucha menos salsa y con la pasta al dente, mientras que la mía queda más blandita.
Por supuesto, no sólo me alimento con estos tres platos. Macarrones a la bolognesa o farfalle con queso son otras de mis opciones, aunque para la cena suelo gustar de una sopita con fideo fino. Para los desayunos y las meriendas, café, cereales y pan tostado -que no tostadas- con mermelada son mis opciones.
Tras explicar en abundancia el tema culinario, queda sólamente el ambiental. Oséase, si me abrigo bien o no. No diré que salga a la calle muy veraniego... pero da exactamente lo mismo. Con un 95% de humedad relativa en el aire como si me quiero poner diez capaz de abrigo, que el precioso vapor de agua penetra hasta mis huesos. De hecho, es como el invierno lepero pero peor. Claro... el invierno lepero más duro... cuando baja de los 10ºC con una humedad alta. Eso allí sucede a veces en el invierno más cerrado, mientras que aquí estamos a inicios de octubre y en ellas andamos. Al menos, espero que la humedad relativa descienda cuando empiece a nevar.
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