martes, 18 de octubre de 2011

Noche Erasmus (II)


Después de recoger mis dos guantes y ponerme el chaquetón volví al piso a por una botellita de vino dulce español a medio gastar del otro día. El objetivo era llevarla a donde estaba todo el mundo... pero no sobrevivió tanto. Me cogí una latita de cerveza y a marchar. Pasé por el piso de Marina y Berta y fuimos en grupo a la habitación donde había guateque antes de salir. El vigilante de seguridad nos persiguió un poco y al rato se pasó por la puerta del piso y como preguntó si todo iba bien, Matteo Scarcia le dijo que todo iba perfectamente y que, como podía observar el nivel de ruido era aceptable. Nos dijo que así era y, como yo le pregunté si teníamos hora límite, él me dijo que todo lo que quisiéramos mientras nos mantuviésemos así. Perfecto.

 Salimos pasadas las doce y tras ver que el centro estaba muerto nos fuimos al Highlander. A las dos salimos de allí en tropa junto a la marabunta Erasmus que se dirigía al Alla empezando a llenarlo en un 1/3. De hecho, diría que mínimo el 50% de los que estaban allí eran españoles... y se notaba cuando sonaba Danza Kuduro. Somos inconfundibles porque, al entender la canción, somos los únicos que levantamos las manos cuando suena el estribillo. Eso sí, algún que otro holandés intenta copiarse el movimiento con más o menos éxito. Tras dos horas y media bailando casi sin parar, tocaba volver a casa. Marina fue en la parte trasera de mi bici con mayor o menos fortuna, dependiendo de cómo cogía los numerosos badenes y baches del camino. Me pidió la cámara para ir viendo las fotos de la noche -43 en ese momento- y aprovechó para hacer un pequeño reportaje ciclista y grabar un vídeo del tour, aunque se ve oscuro en la mayoría del tramo por la ausencia de farolas. Hay que repetir el filme.

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