domingo, 16 de octubre de 2011

Tradiciones que no hay que perder

 Esta mañana me he levantado con una tempranería traicionera. Pese a haberme acostado a la una de la noche, con el consecuente pico, a las ocho de la mañana mis ojos se obstinaron en despertarse. Aún desconociendo la hora pero al tanto de que no había sonado el despertador, intenté en vano resistirme a la lucha de mi cuerpo de despertarse. Al segundo intento, cedí. Al fin y al cabo no hace daño levantarse más temprano de lo habitual de vez en cuando... y así me entretenía un poco antes de prepararlo todo para el almuerzo.

Tras espabilarme un poco, me enfundé en mi batín y me preparé un cafelito. Como el día está estupendo, salí al pasillo para que hiciera las veces de balcón... ¡cuántos cafés cayeron el año pasado en el balcón del piso antes de ir a clase! En la foto me falta mi amigo Dima, con quien solía compartir las tertulias matutinas y nocturnas a la compañía de unos cafés o unas cervezas -y para colmo de las melancolías no se me ocurre otra cosa que ponerme a escuchar una lista de reproducción preparada para una de las fiestas que organizamos-. 

Como puede apreciarse, a las nueve de la mañana hace la misma luz que en España a las diez... y es que aunque es la misma hora por imperativo legal, el sol es inexorable -como la muerte y Hacienda- y aquí amanece y atardece una hora antes, lo cual provoca irremediablemente que a media tarde -sí, para mí las siete es media tarde; la noche empieza a las diez- anochezca.

Puestos a empezar bien el domingo, tocaba terminar el café dentro, ya que por muy buen tiempo que haga, con una humedad bajísima -66% y demos gracias- y sin apenas viento -14km/h-, tan sólo hay 7ºC fuera, algo que con mi pijama de verano y el batín sólo puedo soportar a gusto durante un par de minutos.

En mi habitación, como cada mañana, el café ayuda a digerir las noticias de la prensa online. Demasiado gusto le tengo a ver el periódico tomando el café... estoy hecho un viejete. En concreto, no se ve muy bien pero en la foto aparece un artículo del New York Times con una foto del INEM. Y, por cierto, se entiende que cojo la taza con la mano, aunque por la composición de la instantánea parezca que la sujete con la boca. 

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