sábado, 24 de diciembre de 2011

Mi tacita de vaca (II)

Las grandes amistades se ponen a prueba en los momentos más difíciles; las parejas que resisten las crisis se hacen más fuertes. Mi prueba de fuego estaba cerca... los exámenes. Con mi familia y amigos a 1800km de distancia, sólo podía apoyarme en ella: mi tacita de vaca.

Hemos pasado ratos apacibles compartiendo un café mientras la lluvia se deslizaba por la ventana, bebido vino en cenas Erasmus, derrochado días sabáticos enteros y aprovechado tardes para estudiar. Hasta el momento, todo había ido bien y allí estaba ella conmigo, pero llegaba la época de exámenes y el consecuente trabajo extra para aprobar. Entonces acudí a ella.

Necesitaba ayuda, sólo no podría con el temible examen que se iba acercando en el calendario. Por eso fui hasta la tacita y le rogué que me echase un cable cuando más la necesitaba. No era pequeña la tarea, y ella lo sabía, por eso se quedó pensativa en el microondas durante unos minutos. Yo, impaciente por naturaleza, no paraba de andar de un lado a otro de la cocina esperando a que se decidiese. Cuando por fin salió me calentó la manos y me aseguró que me ayudaría en todo lo que necesitase, ayudándome a estudiar y dándome ánimos cada día.

Fuimos a la habitación y nos pusimos manos a la obra. Ante la montaña de papel me agobié un poco y ella me dió unos besos cálidos con sus labios marrones, calentándome el alma y reconfortándome en aquella fría tarde de diciembre. No puedo decir que trabajase todo lo que me hubiera gustado, pero al menos sí que pude ponerme manos a la obra con el ánimo mucho más alto que antes. Gracias a ella. 

Fueron pasando los días, tan veloces como siempre, en compañía de mi tacita de vaca y los papeles para estudiar. Las tardes volaron, aunque fueron menos amargas en compañía, y llegó la final fecha del examen. Una última despedida antes del momento decisivo me cargó de energía para enfrentar el reto que me esperaba. Salí rendido, pero en cuanto llegué a casa la abracé y le agradecí su ayuda. Definitivamente, las grandes amistades se demuestran en los peores momentos... y mi tacita de vaca no me falló. 
Por desgracia la felicidad no nunca eterna ni completa. Por Navidades vuelvo a casa, pero ella no puede venir conmigo... Tras tanto tiempo juntos en buenos y malos momentos, acostumbrados a vernos día a día, a enfadarnos, a trabajar... se hace difícil la despedida aunque sea por unas semanas. Reservé el inevitable momento para el último segundo antes de partir, con la maleta y el chaquetón en la cama... y me dirigí hacia ella, que me estaba esperando en la estantería. 

Un gesto puede valer muchas veces más que mil palabras, por lo que fiel al refrán nos fundimos en un abrazo antes de irme. Estaba triste por despedirme de ella, pero alegre por volver a ver a mi familia y amigos. Es la idiosincracia de un Erasmus, corazón dividido entre dos tierras con felicidad incompleta en ambas, recordando siempre lo bueno del sitio en el que no está y aprovechando al máximo en el que sí. 

Para  mi suerte mi tacita de vaca estará esperándome a la vuelta de las vacaciones. Si volver a Lepe ha sido mi regalo de Navidad, volver a verla será mi regalo de Reyes.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Primeras despedidas

Diciembre tiene algo que sólo tiene diciembre: la Navidad. Por desgracia, en el calendario Erasmus de Maastricht, Navidad también significa despedidas. Algunas de ellas son temporales, hasta la vuelta de las vaciones, otras no.

Tras varias cenas, algunos días de fiesta y muchos "últimos momentos", van llegando poco a poco las despedidas finales junto al taxi. Ayer por la noche se sucedieron en masa. 

En esta semana, los primeros en irse fueron Anna y Antonio junto a Matteo. Diría que tuvieron suerte en ser los primeros, pues al despedirse de todos en grupo no han tenido la amargura de ver cómo se va quedando vacía la residencia poco a poco, habitación a habitación. Ayer por la noche, en cambio, me despedí de Clara, Marco, Marie y Meera. Esta mañana ha sido el turno de decir adiós a Arminda, Federico, Chris y Lorenzo. Todos ellos han terminado ya su estancia Erasmus, aunque algunos planean volver para Carnavales en febrero, cuando ya me habré ido.

Fotos:
Desde la derecha, Lorenzo, Tony, Clara, Berta y yo.

Lorenzo y yo.

Clara y yo, con Íñigo al lado.

Desde la derecha, Stratos, Tony, Marco, Arminda, Clara, Aver, Federico y yo.

Arminda, Federico y yo.

Gauthier, Federico y yo.

¿Quién dijo distancia?

Hay ciertos placeres que llenan el alma y ayer, un día triste por las despedidas, tuve uno que me hizo emocionarme mucho. Fue una "tontería", es decir, nada que usualmente haga que uno empiece a brincar y a gritar a los compañeros de al lado "quest'é la squadra della mia cittadina!"* una y otra vez.

Una imagen vale más que mil palabras y no pude negarme el placer de echarme una foto junto a la pantalla en la que se podía ver en Maastricht el Sevilla-San Roque de la Copa del Rey. La cara que tengo en la foto atestugua la felicidad que me surgió y cuando dije el resultado y las condiciones (primera contra segunda B, campo del Sevilla...) todos coincidieron en afirmar la gesta de los aurinegros. Al fondo, Madruga con el patrocinio de El Jamón. La foto no pudo quedar mejor, aunque fue difícil captarme con el marcador y es necesario ampliar la foto para verlo, ya que por cuestiones del flash la pantalla salía gris en la foto. Y sí, el partido lo echaron ayer, con dos días de retraso... ma chi se ne frega!**.

*: ¡Éste es el equipo de fútbol de mi pequeña ciudad!
**: ¡A quién le importa!

jueves, 22 de diciembre de 2011

Mi santuario internacional

Mi estantería cada vez está más llena... y no de libros. Antes de guardarlos en la maleta, tenía ahí todos los regalos preparados y expuestos como un pequeño museo holandés. Tras ello, ha ido cambiando y así ha quedado hoy.

Arriba del todo se ven dos banderitas de Holanda a tamaño en miniatura, para mi futuro coche oficial -pequeña broma que sólo mi novia entenderá-. Un poco más abajo, la bandera de España de mi hermano y la camiseta blanca que tiene en el pecho "Italia" que me han regalado Anna y Antonio. 

Por último pero no menos importante, está la bandera de Holanda firmada ya por aquellos que ya se fueron o se van a ir, pero desde luego me quedan muchas que iré añadiendo en enero antes de despedirme definitivamente de Mastrique. 

En estos pocos símbolos -me falta algo andaluz y algo lepero, leches- resumo un poco, la verdad, mi estancia aquí hasta ahora. Vivo en Holanda con España en el corazón y con el grupo que tenido más afinidad ha sido el de italianos, con quienes he pasado horas y cenas hablando en español, inglés e italiano.

martes, 20 de diciembre de 2011

Contra el frío, abrigo

Hay fotos que si no se echan... uno se arrepiente. Ésta es una de esas fotos tontas que se recuerdan con más cariño que cien fotos a paisajes y edificios. Su historia es bastante curiosa graciosa -he dicho graciosa, Viir, que conste-. 

Estaba yo haciendo nada en Internet trabajando arduamente en mis estudios cuando Matteo me habló por Facebook para pedirme la bicicleta, pues él había vendido ya la suya. Tengo copia de las llaves en un llavero aparte, así que no me suponía molestia ninguna dejarle la bici mientras la tuviera a la mañana en el garaje. 

Matteo llegó a los minutos y me acerqué a la puerta a darle las llaves y saludarlo. Él no estaba seguro de qué bicicleta era la mía pese a las indicaciones... pero yo estaba en batín. "Well, I will bring my coat"*, le dije, pero me respondió que aún así el fango iba a ensuciarme las zapatillas. La solución fue ponerme las deportivas y, mientras lo hacía, le comentaba "So che non é una soluzione ortodossa, ma..."**. El resultado fue que quedé como aparezco en la foto, aunque no me la eché en ese momento. Salí a la calle viendo que nadie nos veía y me encaminé al garaje mientras él me decía que nadie iba a verme, que no me preocupara de ir tan gracioso. Fue entonces cuando, pasando por delante de la casa de Marina y Berta, se abrió la puerta de repente y salió la primera a saludarnos. Maldije mi suerte, pero sorpresivamente Marina no se percató de mi vestimenta. Bajábamos cuando, riendo, afirmé que estaba perfecto para una foto. Una vez Matteo se iba, al despedirse me confirmó que desde luego la combinación merecía foto. Así pues, cuando llegué a la habitación cogí en seguida la cámara de fotos y he aquí el resultado con orueba gráfica.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Primera nieve

Ya ha nevado en Maastricht, contra todo pronóstico. Eso sí, lo que ha caído no es más que un poquito de aguanieve que obviamente no ha sido suficiente para formar capa en el suelo ni por unos minutos. Pese a ello los coches se veían blancos.

He de decir que pedalear en bicicleta con el viento en contra, bajo cero y cayendo aguanieve no es en mejor de los escenarios posibles para un rato idílico. Tenía la cámara en el dormitorio y cuando entré la nieve del chaquetón ya era agua, pero al menos quedaba algo en el gorro que ha podido capturar el flash de la cámara. Ahora a secarlo todo para ir mañana a Ámsterdam.

La mascota de la residencia

Este lindo minimo de casi dos palmos de altura es la mascota de la residencia. Lleva unos dos meses vagabundeando por el edificio y alrededores y me lo he encontrado en los lugares más inesperados. He de decir que el edificio tiene llave en cada puerta, de suerte que, al salir de mi piso, puedo ir a la derecha y salir inmediatamente o ir a la izquierda hasta el final del pasillo, puerta, bajar las escaleras hasta el garaje, puerta, salir con la bici, puerta, y a la calle. Cada una de ellas, como he dicho, tiene llave, aunque de todos modos no me imagino a este felino abriendo una puerta por el pomo.

Entrando o saliendo me lo he encontrado en el rellano, ante la puerta, en los pasillos, mirando por un cristal... y en el garaje. La última vez me lo encontré junto a la ventana de la cocina y salí raudo a echarle una foto. Tras unos seis intentos logré una instantánea más o menos decente, que es la que os muestro. La verdad, no fue fácil equilibrar llamar su atencion, que no entrase en el piso y a la vez no salir yo por el frío que hacía con echarle una foto digna. No obstante, aquí está, a las seis de la tarde ante mi puerta. Y sí, ya había noche cerrada a esa hora.

Comida para hoy, receta para mañana

He aquí que estaba pensándome el almuerzo y se me ocurrió la feliz idea de emplear una pechuga de pollo en saciar mi estómago y evitar la muerte por inanición. 

Fue entonces cuando, poco a poco y sin tardar una semana -se me hubiera podrido todo- hice la Creación. 

En el principio sólo fue el hambre. Abrí la nevera y dije: ¡Aparezca el pollo! Cogí el paquete con las dos pechugas de pollo, y vi que estaban bien, y de ellas cogí una y la puse sobre la tabla de cortar. Entonces, como el pollo no podía cocinarse solo, pensé "¡háganse las especias!" y abrí la despensa para oger sal y pimienta con que condimentar la pechuga. Vi que estaban bien de cantidad y los coloqué sobre la encimera.

Este plato necesita decoración, estará arrasado por la soledad de una pechuga de pollo como mucho condimentada, pensé. Así pues, dije ¡hágase la cebolla! y volví sobre mis pasos a la despensa. Cogí una al azar, la corté y me emocioné un poco de la magnífica obra que estaba ejecutando.

Mientras cortaba la pechuga, puse la cebolla en la sartén y dije con fuerza ¡hágase el fuego! y el gas del hornillo prendió hasta calentar la cebolla cortada y el aceite. Entonces, pensé que no estaba bien que la cebolla estuviera sola... y grité ¡háganse los champiñones! Éstos se añadieron a la cebolla, esperando la pechiga de pollo cortada y salpimentada. Mi pequeño universo culinario comenzaba a andar, pero cuando parecía que todo estaba hecho... surgió que la cebolla empezó a dorarse, los champiñones saltaban y el aceite me quedó el dorso de la mano. Como castigo a la violencia de la sartén contra su creador cogí la nata y diluvió sobre ella, apaciguando la ira de los que antes saltaban. Me arrepentí de no haber metido antes el pollo para que se hiciera por fuera, pero no quedaba otra que añadirlo antes de que fuera aún más tarde. El resultado está arriba, a fuego lento unos 10 minutos. 

La verdad es que a lo tonto, queriendo hacerme sólo algo rápido, terminé preparándome un plato que me ha gustado bastante, tanto que hoy he gastado la otra pechuga en la misma receta. Lo mejor de todo es que la pechuga se deshace al hacerse con la nata y queda muy jugosa, algo increíble para la seca pechuga de pollo. En fin, muy bueno que estaba, ya voy ampliando mis horizontes culinarios más allá de la pasta sin temor a provocarme un corte de digestión -lo que hace no tener los platos de casa...-.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Llega la nieve?

 Ya llega la nieve, pero no quiere llegar. De momento, lo que llega es el hielo matutino cuando el frío aprieta, haciendo que el rocío se hiele y los coches presenten este aspecto. Además, adjunto la foto del suelo de uno de los puentes de Maastricht, que ante su mayor humedad y exposición al frío hace más sencillo que se condense el rocío. 

Las calles de Holanda empiezan a ser rociadas con sal en previsión de las primeras nieves, que si bien iban a llegar la semana que viene, ya algunos medios anuncian para este viernes. En cualquier caso, de momento el frío sigue a la orden del día pero respetable, siendo la sensación términa siempre unos 4 ó 5 grados por debajo de la temperatura real por culpa de la humedad tan elevada que hay aquí. Y en el norte de Holanda es aún peor.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cena final

 Llega diciembre... y para no pocos significa el fin de su periodo Erasmus. A mí y a dos compañeros más nos queda hasta febrero, pero tampoco es mucho más tiempo. Hoy, Lilia se ha ido a Italia a pasar las Navidades, pero ella es la única italiana que estará todo el año en Maastricht; el resto se va en unos días. 

Arminda, Lorenzo, Matteo, Federico, Anna, Antonio y Clara se van porque finalizan su Erasmus, aunque más de uno vovlerá en febrero por los Carnavales -yo no sé, quizás no-. De los siete, los primeros seis son italianos y la última española.

Como se acercan los exámenes y el viernes que viene  nadie tendrá tiempo para hacer la cena, quedamos el viernes anterior y la anécdota de la noche fueron las banderas de Lorenzo y Matteo, que fueron firmadas por todos los comensales y compañeros de aventuras. Yo tengo pendiente comprarme una y que me la firmen antes de que se vayan, si el tiempo mejora y me lo permite. Además, la pasta que trajo Matteo se acabó en unos pocos minutos mientras que aún quedaban otros platos que habían llegado antes. El "cuoco della residenza" tiene merecida fama de hábil en la cocina y lo demostró una vez más. La bandera de Lorenzo pasó inadvertida en cuanto a la nacionalidad, pues... no fuimos pocos los que le preguntamos de dónde era. Claro, pensábamos en alguna región italiana, pero no. Aunque pareciera una bandera francesa desproporcionada, era la de los Países Bajos.

Me hice algunas fotos para el recuerdo, que guardaré con mucho cariño.

Fotos:
Lorenzo y yo con su gran bandera holandesa.

Los "italianos". Desde la izquierda: Lorenzo, Antonio, Federico, Daniel y Matteo.

Matteo, il cuoco, y yo con su pequeña banderita holandesa llena de firmas.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Graniza

Se acerca el invierno... se nota. Los árboles ya no tienen más hojas que tirar al suelo, las temperaturas bajan de cero grados una vez a la semana y las lluvias y el mal tiempo aumentan. Con todo, hemos tenido un otoño muy seco, lo cual agradezco. Eso sí, seco aquí implica ausencia de lluvia, pero no de humedad, que rara vez baja del 90%.

Esta tarde ha granizado y pude echarle una foto de los hielos desde la ventana. Sí, esos puntos blancos que se ven es el granizo que ha caído. Teniendo en cuenta que mi pared hacia la calle es todo cristal... menos mal que no ha caído ningún aerolito por aquí.

martes, 6 de diciembre de 2011

Fiesta final del ESN


Aunque nos maten a trabajos, siempre se agradece salir con los compañeros a bailar un poco, beber algo de cerveza y dejar los estudios en casa. Este lunes ha sido la fiesta final de la asociación ESN (Red de Estudiantes Erasmus) y hemos acudido, no sin contratiempos.

Por la mañana, tras un fin de semana de intenso trabajo, tenía que entregar las carillas impresas de mis respuestas a un examen de llevar a casa. Suena a pitorreo, pero precisamente son los más temibles, porque sus respuestas son más difíciles de hallar. En este caso, tenía que leerme varias sentencias de la Corte Europea de Derechos humanos por cada pregunta... y esas sentencias no tiene dos carillas precisamente. 

Superado el bache, fuimos por la tarde a ver el centro, pero no había navideño tal y como le habían dicho a Anna y Antonio. Con el chasco, nos volvimos a casa y yo me eché una plácida siesta, con la mala suerte de despertarme a las 22:30 mientras que todos habían quedado una hora antes... pero cuando ya estaba resignado llamaron a la puerta y Marina y Arminda me dijeron que me esperaban si me vestía rápido. En 10 minutos listo y saliendo, aunque lo de ir ya tarde era solo el principio. Primero esperamos unos minutos más a Íñigo, que se había metido en la ducha, y nos faltaban bicis, así que fuimos compartiendo. Sin embargo, cuando llevábamos medio kilómetro Íñigo se dio cuenta de que había dejado su ticket en casa y volvió con Elvira a cogerlo. Él iría en taxi a la fiesta, así que, como Liher y Lilia habían ido por delante, Arminda, Marina y yo nos pusimos de nuevo en camino. 

Todo iba bien, sin mayor incidente que llegar algo tarde, hasta que la pobre Arminda se pegó un choque de aúpa contra un coche. La bici le falló y terminó en el suelo tras el golpe frontal. Menos mal que el coche estaba aparcado, aunque el susto fue considerable y ha estado un par de días amoratada. La bici quedó un poco para el arrastre, pues la rueda delantera se metió debajo del cuadro y tuvimos que medio sacarla de ahí a patada para que, al menos, andara. Tras recuperarse unos instantes, llaman a Marina y resulta que ella tiene los tickets de Liher y Lilia, así que nos están esperando en la puerta. Yo cogí la bici de Arminda, ella la de Marina y Marina la mía. Llegamos en cuanto pudimos al local y aaparcamos las bicis. 

Una vez dentro, resulta que había que pagar con fichas que se compraban en la barra... vuelta a la puerta con el frío de la entrada. Jugué un futbolín con los italianos, de un lado Anna y yo y del otro Matteo y Fede. Ganamos los primeros, pero yo perdí mi cerveza en manos de algún desaprensivo ladronzuelo que me pilló desprevenido. El resto de la noche transcurrió más tranquila, apacible y sin percances, aunque nos metidos en un salón del local a descansar (estaba abierto y tenía sofás) y cuando nos queremos dar cuenta estábamos rodeados de tres parejas dándose el lote. Una de ellas era especialmente apasionada y se llevó miradas.... fotos y vídeos. De hecho, unos minutos quince-veinte minutos más tarde un valiente se aproximó al sofá contiguo, posó y se echó la foto con ellos al lado. La chica se percató y salió del salón a paso ligero y cabeza agachada mientras recibían aplausos de unas veinte personas, entre ellas un vigilante de seguridad.

A la hora de irnos, la cola y los empujones para coger los chaquetones estuvieron a la orden del día. Escuché a un chico delante mía proferir insultos en italiano y le respondí en la misma lengua. Él me respondió preguntando cada palabra y me sentí algo tonto, pues eran tan sencillas como "polizia". A los minutos, cuando después del inglés cambiamos al español se delató en seguida. Era colombiano y sabía un pelín de italiano, por eso dubitaba, pensando que yo era italianoparlante. Si a mí me costó averiguar de dónde era hasta que habló español, a él ni incluso con eso, aunque le revelé mi origen andaluz. 

De vuelta a casa íbamos unas veinte personas en bici, que poco a poco nos fuimos separando. Yo iba a la cabeza con Lorenzo y nos encontramos con una compañera suya de Portugal, con la que terminé hablando. Cuando nos fuimos a dar cuenta porque íbamos a coger caminos separados y paramos un segundo, ni rastro de los demás. Marta llegaba en seguida y nos decía que había tres o cuatro grupos esperándose unos a los otros... mejor ir a casa ya. En definitiva, una de esas noches para el recuerdo. 

Fotos:
Desde la izquierda, Federico (it), Lorenzo (it), Stratos (gr) y yo.
Al frente y desde la izquierda: Sophie (fr), Lilia (it), Liher (es), Marina (es) una amiga de Marina (gr) y ésta última. Al fondo: Federico (it) y Matteo (it).
Foto en medio de la pista de baile. Desde la izquierda: marina (gr), Liher (es), Krzysiek (pl), Marina (es), yo, Lorenzo (it), Sophie (fr) y Arminda (it).
Las chicas. Desde la izquierda: Liher (es), Lilia (it), Marina (gr), Clara (es), Marina (es), Sophie (fr), Marta (es), Arminda (it), Berta (es), Elvira (es) y una chica que desconozco.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Erasmus, bendito Erasmus

Dicen... dicen por ahí, que tene una beca Erasmus equivale a comer mal, dormir poco, estar mucho de fiesta, pasar de los estudios, sacar unas notazas y volver a casa con mucha asigntauras aprobadas y el hígado destrozado. Pues bien, eso es mentira. 

El mito de la comida ya lo desmonté, el de los estudios es el que más frito me tiene por la carga de estudio y el de las notazas... prefiero no saberlo aún, pero va a ser mentira fijo.

He aquí una foto del escritorio del estudiante Erasmus: ordenador portátil con los apuntes señalados, libros a la izquierda, guía del curso a la derecha... y que no falten café y agua para el mal trago. Lo único bueno que tiene el mal tiempo holandés es que ayuda a trabajar... o no.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Pasta nocturna

 Esta noche tocaba cena... cena italiana e internacional. Hemos estado Feng, Antonio, Anna, Íñigo y yo comiendo la pasta a la carbonara que he preparado y acompañada de vino dulce andaluz, de Jerez.

Puse música aleatoria en el ordenador, y en una canción italiana Antonio se sorprendió... pero pusimos la oreja y resultó ser la traducción al español. De todos modos, música italiana comiendo pasta italiana con italianos... no desentona, ¿no? 

Me llenó de orgullo -y satisfacción- que Antonio y Anna me felicitasen por la pasta, ya que no dejan de ser italianos y estan acostumbrados a una parta muy bien hecha. Vamos, que es como si un italiano va a España y cocina una buena tortilla, de ahí mi alegría ante sus elogios que tardé en asimilar.

La anécdota graciosa del día llegó cuando, haciendo uso del Google Maps, enseñé Lepe a Antonio y Anna, mostrándoles fotos de Islantilla, vídeos de la Romería, fotos aéreas de Nueva Umbría... y comenzó el debate sobre las playas. Antonio mostró una de Cerdeña, Íñigo una del País Vasco y yo puse también una instantánea de las Islas Cíes además de las de Nueva Umbría. El debate estaba servido y no llegó a zanjarse, lo que lo hizo más gracioso aún.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¡Feliz cumpleaños!

 30 de noviembre, Maastricht

Un día más en los Países Bajos, en mi estancia Erasmus en este rincón perdido de la lejana Holanda. Mientras aquí todo sigue su rutina diaria, en casa de mis padres es fiesta nacional. Mi padre cumple cuarenta y ocho y toda la familia está allí para celebrarlo, salvo yo. Es la primera vez en mis veinte años que no estoy con mi padre en su cumpleaños y, aunque pueda ser una simple merienda, se echa de menos. 

Aún con todo, aunque no pueda mandarle esta tarta limburguesa tan apetecible de la derecha, sí que he tramado una diablura... ya contaré por aquí de qué se trata. 

Siento no poder estar allí en este día tan especial. Al fin y al cabo, lejos de casa estaré el resto de mi vida porque tendré que hacer mi vida -como es normal-, pero ésta es una de esas citas señaladas excusa perfecta para pasarse por casa y estar con la familia. En el futuro, espero no estar a tantos kilómetros que me impidan acercarme a darle un abrazo a mi padre por su aniversario en vez de un frío mensaje sms.

Al menos, tengo la oportunidad de dedicarle esta entrada en el blog, que no es mucho, lo sé, pero es un pequeño detalle con cariño desde el extranjero. 

¡Felicidades, papá!

martes, 29 de noviembre de 2011

Una promesa cumplida: Erasmus en la biblioteca

Yo la he visitado menos de veinte veces, más del noventa por ciento de las veces para hacer fotocopias, pero hay compañeros para los cuales la Biblioteca Universitaria de Maastricht es poco menos que su segunda casa -si aceptamos como primera la residencia, claro-.

Mi novia, viendo vídeos y fotos de estudiantes Erasmus, llegó hace unos meses a una conclusión bastante generalizada: ni una sola imagen en la Biblioteca. Me propuse entonces que yo sí la haría y ahí está, a mediodía en la biblioteca. 

Me estaba partiendo el culo de risa porque se hace raro en medio de tanta gente sacar la cámara para hacer una foto. Por eso, y porque la rubia de al lado se puso a mirarnos raro a Feng y a mí y él hizo la foto de manera que saliera en ella. Es más, después apuntó directamente a la concentrada estudiante. 

Con esta entrada voy a inaugurar una sección: Rompiendo mitos. Hay muchos mitos sobre las Erasmus y la mayoría se caen por su peso, sí, pero cuando la vives. Compartiré algunos de ellos. Por cierto, los papeles que se ven en la foto todos juntos suman dos dedos de grosor y es el material de una semana para prepararme la presentación de 20 minutos que hice ayer. Por suerte fue todo un éxito.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Así se aparca

Normalmente no echaría una foto así, pero como los mitos, leyendas y demás estereotipos son preciosos, me gusta dedicarme a romperlos. El coche que aparece a la derecha esta parado, el conductor ha entrado a su casa a buscar algo y pese a tener espacio unos metros más adelante decide apagar el motor, echar freno de mano y meterse en su hogar cerrando la puerta para aparecer minutos más tarde. Afortunadamente no se provoca un accidente en cadena ni llegan coches, pero una pobre ciclista vio obstaculizada la vía y tuvo que pasar entre el coche y los setos apeada de su vehículo. 

¿Dónde sucede eso? Más de uno pensará en el típico españolito medio... pero no, se trata de Holanda y como prueba el asfaltado, las casas y las matrículas.

Miércoles en Eindhoven (Países Bajos)


Este miércoles me paseé por una nueva ciudad holandesa: Eindhoven. Pese a su nombre, perfectamente podría ser simplemente la "ciudad de Philips", porque está llena de estatuas, calles y edificios de la famosa marca de productos eléctricos.

Feng tenía que ir a recoger unos documentos, así que me avisó y aprovechamos para ir a Eindhoven, en la provincia de Brabante del Norte. No hubo percances en la ida y llegamos a las diez y poco. Nos orientamos con su GPS, auunque antes de nada teníamos que echarnos la obligada foto con el cartel. A falta de un cartel como en la frontera o cuando llegamos por carretera, nos la echamos con la estación al fondo, que tenía el nombre de la ciudad letras bastante grandes. 

Por falta de tiempo no pude mirar bien qué había en Eidnhoven para visitar, aunque Feng llevaba los deberes muy bien hechos y sabía donde estaban los sitios, que había marcado en el GPS. 

Tras pasar por la zona comercial nos encaminamos a una catedral, en la que eché algunas fotos por dentro pero como es normal quedaron muy oscuras. También eché una por fuera y he aquí que salió mejor... aunque se aprecia la inmensa niebla que hacía este miércoles, ya a finales de noviembre.

Con la primera cita cumplida, era hora del museo. Por el camino nos encontramos un centro comerial bastante bonito y navideño que daba juego a muchas postales navideñas. También había en el un establecimiento del Holland Casino, la cadena de casinos más famosa de Holanda. Claro que... dentro olía mal, como a estiércol, y nos pedían cinco euros en fichas para entrar. Obviamente nos despedimos.
En la misma plaza había un McDonalds, donde comimos. Hacía dos años que no pisaba uno, pero bueno, comer basura de tarde en tarde no es tan malo para el organismo. En el centro de la plaza había una estatua de Frits Philips, el fundador de la empresa de productos electrónicos que lleva su apellido, y me hice varias fotos, entre ellas una imitando su gesto con la mano y los dientes sacados. Es el hermano gemelo del Sr. Burns y hasta tiene un montón de edificios aquí y el estadio de fútbol, así como el equipo local (PSV Eindhoven) llevan su apellido.
Después fuimos a un museo de arte contemporáneo, donde salvo honrosas excepciones que llamaron nuestra atención, era imposible pillar nada porque, evidentemente, las explicaciones estaban en neerlandés. Lo mejor del museo fue al salir, cuando pregunté por un vídeo que hablaba del conflicto racial en Holanda en el que salían términos en holandés. Terminé dándome cuenta que no es España un mundo alejado de Europa en cuanto a xenofobia y odios raciales... incluso en España se da más la bienvenida a los extranjeros que, por ejemplo, en Limburgo. Según la misma trabajadora del museo, Limburgo es la zona más radical a la derecha de Holanda, donde más xenofobia hay y, por ello, en el norte se dice entre amigos que hay que "cortar" Holanda y quitarse ese apéndice del sur que tan diferente es de ellos. "Que se lo lleve Bélgica o Alemania", dicen algunos.

Adjunto la imagen de una obra que sí me llamó la atención: el círculo de madera. Al museo le costó la friolera de 30.000€ en donaciones quedarse esa composición de ramas secas. En fin, si me hubieran pedido presupuesto...


No quedaba más en la ciudad que fuera interesante -salvo que incluyamos en esa categoría el mini-barrio rojo de la ciudad, que no llegamos a visitar-, así que vimos unos rascacielos, los edificios de Philips y un edificio extraño con forma de champiñón bastante grande. Eso sí, vimos una curiosa estructura de metal y cristal que recordaba al Louvre y las entradas del metro, que se parecían a las de Bilbao. 

Tras ver el estadio del PSV Eindhoven -el Philips Stadion, como no-, nos dirigimos a la estación de tren. Nos recogimos temprano, a las cuatro de la tarde, y yo estaba con una cojera tremenda. Me había empezado a doler el pie mientras íbamos hacia el estadio y el edificio con forma de champiñón -unos 3-4km de recorrido- y para colmo empecé a sentir molestias en el vientre... era el pie o la tripa y tenía que ir al servicio así que sacrifiqué el pie. De hecho, estamos a domingo y aún se me resiente un poco por el esfuerzo que hice aún doliéndome. No obstante, no podía hacer otra cosa: tenía que llegar a casa.

Mi edificio comercial

En una comunidad de internet en la que estoy tengo el nickname Victor_Daniel, por lo que habitualmente me llaman directamente "VD". 

Estando en Eindhoven, vi este edificio y no pude resisterme a echarme una foto en la que se viera "mi emporio comercial".

sábado, 19 de noviembre de 2011

Mi fuerza

He hablado mucho de mí en este blog... pero ya es hora de que hable de ella. Sin ella, sin Virgi, no estaría aquí. Este vídeo me lo hizo mi novia por mi último cumpleaños.

Mi novia es especial. "Claro, como todas" diréis. No. Ella fue la que me animó a solicitar una beca Erasmus, a pesar de la mala fama que tiene para las parejas. Ella es la que día a día me da fuerzas para seguir aquí junto a mi familia, para esforzarme y aprovechar mi tiempo en Holanda incluso cuando no hay ganas y sólo quiero quedarme en la habitación. Ella, mi niña, es la que aún sin hablarme me da ánimos para escribir aquí, para viajar, para vivir, para estudiar, para ver, para sonreír... para todo. Gracias, sin ti no sería la persona que soy hoy. Me animaste a irme a kilómetros de ti porque sabías que sería bueno para mí, aunque nos echásemos de menos... y ese sacrificio da una pequeña idea de cuanto nos queremos. 

Te quiero, busibú.

martes, 15 de noviembre de 2011

Paseo por el bosque de Kanne

Otro vídeo, otro paseo, otro bosque. Esta vez estoy con Feng y el vídeo es más largo, más ameno. Me limito a acompañar la cámara con nosotros mientras damos una vuelta por un monte al sur de Maastricht. Espero que disfrutéis viendo el vídeo tanto como yo grabándolo.

Apoyando a España desde la distancia

El pasado sábado, tras el tour por Bélgica visitando Eben-Emael, quise sacar tiempo para ir a ver el partido de Inglaterra-España. Fui con Feng al Highlander y nos pedimos la cerveza en oferta del día, una Maes. El partido empezó, con comentarios en árabe y superioridad española, aunque no la suficiente como para adelantar el marcador. Desde mi taburete en Maastricht decidí sacar la artillería pesada y desenfundé mi bandera española, para ponérmela a la espalda. Ya había ganado un mundial y no iba a perder un amistoso. 

El camarero me reconoció, pues había anunciado dos horas antes que iba a llevar la bandera, y me invitó a una cerveza de medio litro de parte del dueño -al llegar a casa vi que el dueño había en efecto escrito que me invitasen a una cerveza-. En la foto estamos Sebastian, sudafricano, y yo. Se ven también la cerveza a la que me invitaron y la bandera. Por supuesto, llevaba además puesta la camisa roja. Desgraciadamente España perdió, pero me lo pasé bastante bien esa noche.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Un café a la italiana

Hace unas dos semanas, Matteo recibió la agradable visita de su mejor amigo y su hermano. El que aparece a la derecha es el primero de ellos y la foto iba predestinada al blog. 

La razón de ser de la foto es un italiano sirviendo café, digo... ¿café? No, lo gracioso en todo esto es que habían echado vino a la cafetera y desde ahí lo iban sirviendo. Fue tal la gracia que me produjo que le pedi echarle una foto sirviéndose el vino en cafetera para colgarla a mi blog Erasmus.

Bueno, ¿y yo? Si no me equivoco, me estaba sirviendo mi propio vino en la taza de estampado vacuno, que me acompaña a cada festejo de los que hacemos en habitaciones.

Llegó el otoño

Maastricht se viste de otoño. Desde hace un mes, los árboles tiene hojas rojas, marrones y verdes a la vez, el suelo está inundado de hojas caídas y a veces se hace imposible no pasar por encima. Por la mañana, algunos coches amanecen llenos de hojas secas. 

Para dar una muestra del otoño,he hecho una foto en la misma avenida en la cual eché la foto el segundo día que estuve aquí. He de reconocer, como se aprecia, que ésta vez la eché en una zona anterior. La diferencia se nota sobre todo en las casas de la derecha y la gasolinera de la izquierda. Parece que no hay diferencia cuando uno pasa cada día por ese sitio, pero al comparar la imagen del verano con la del otoño sí se aprecian los cambios de estación. 

Supongo que cuando nieve haré una foto más, para dar muestra del invierno. De momento, mañana o pasado romperemos la barrera de los 0ºC por primra vez desde que estoy aquí. He de reconocer que estoy siendo afortunado con las temperaturas, otros años a estas alturas hace un mes que se baten los bajo cero e incluso comienza a nevar.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Sábado en Eben-Emael (Bélgica)

 Otra internada en bicileta a Bélgica, esta vez para visitar una fortaleza de la Segunda Guerra Mundial. Aunque había avisado por Facebook, sólo Feng me dijo de venir. Así, quedamos a las 09:30 de la mañana a 2ºC de temperatura y con el cielo despejado. Yo me abrigué a conciencia, quizás demasiado. Camiseta de interior, camiseta, chaleco y cazadora más guantes, gorro y bufanda. Vamos, artillería ligera. Además, como me llevé las gafas para no escandilarme con el sol parecía que iba a esquiar. 

En la salida de Maastricht Feng volvió a salirse con la suya, aunque esta vez me llevó por calles que no conocía. Finalmente llegamos a la carretera en cuestión y logramos salir de la ciudad rumbo sur. El primer paisaje, de flores al fondo sobre una colina, se llevó la primera foto del día. Poco después vimos un cartel que señalaba un monumento en un monte, así que decidimos hacer un alto. Mientras ascendíamos vimos puertas que indicaban que allí había búnkeres subterráneos. Llegamos a lo que parecía un pequeño complejo y menuda sorpresa nos dio una inscripción en la entrada que rezaba "Aquí se firmó el Tratado de Maastricht el 7 de febrero de 1992". Entramos y vimos un par de restaurantes, aunque la zona estaba desiera completamente. Eso sí, pudimos entrar a un restaurante que aprovechaba una de las cuevas... precioso. 

Como vimos un camino que se adentraba en el monte... nos metimos por él aunque viéramos un cartel de prohibido el paso. Total... sólo aparecía escrito y ninguno de los dos sabemos holandés así que "no teníamos ni idea de lo que ponía". A raíz de esa prohibición empecé con cachondeo a especular con minas antipersona por el monte, broma que incluso aparece en un vídeo que grabé. En la foto de la izquierda le estaba pidiendo a Feng que apretara el flash justo cuando pisara la mina, para que me favoreciera la foto en el momento de la explosión. A falta de mina -y menos mal- se me ve pisando una piedra que había por ahí. Estuvimos dando una vuelta por la cima y a la hora de bajar, como daba pereza dar marcha atrás... Feng propuso bajar por la ladera. Hacerlo nos costó un poco, pero pudimos vovler al camino. 

Cuando salimos del complejo de la ladera del monte llegamos al primer pueblo belga, con lo que habíamos pasado la frontera sin echarnos la foto de rigor... excusa perfecta para volver. El cambió de país se notaba en la crisis. Sí, sí, los Países Bajos y Bélgica la llevan de manera diferente. Aunque hay el mismo número de adosados en venta, aquí ponen "Te koop" y allí "A vendre". He de decir que no se cuál es peor: el primero amenaza y el segundo te manda por ahí. 

Tras pasar el canal de Alberto -cada vez que lo nombro me viene la dichosa rima a la cabeza...-, en el que echamos una foto a un carguero enorme que transporataba contenedores hacia el sur, nos dirijimos a la fortaleza de Eben-Emael. Allí puse en práctica mi oxidadísimo francés intentando entenderme con el guía que estaba dando paso a un grupo y, vaya, más o menos me apañé. Aunque no pudimos entrar porque tenía que hacerse bajo reserva, pudimos echarnos fotos con un tanque ligero que había allí y supimos que el día 26 de noviembre podremos entrar libremente y gratis. Sobra decir que no reservaremos nada por Internet, ¿no?

Nos supuso un chasco no poder entrar a ese infinito entramado de túneles, metal, defensas... todo a un coste elevadísimo, una fortaleza considerada inexpugnable en la aquella época. Feng se preguntaba cómo podrían tomar un sitio así, a lo que le respondí que "Lo tomaron 85 paracaidistas y cayó en 24 horas". Así, la fortaleza, aún orgullo nacional belga, no es más que un monumento al derroche y a la estupidez humana. Recompuestos de la mala noticia, nos encaminamos a la torre de Eben-Ezer, siguiente parada.

La torre, construida por unos cuantos hombres a iniciativa de un pacifista en el Siglo XX, constituye un verdadero monumento a las atrocidades y a la estupidez humana, pero esta vez de verdad. El bueno de Robert Garcel, que se ve que perdió el juicio en su madurez, llenó esta construcción de símbolos relacionados con el número "4", con inscripciones en griego, dibujos en las losas y alegorías del apocalipsis por todas partes.

La primera planta tiene su qué, más que nada por la inscripción que rodea a los cuatro querubines (león, toro, águila y humano) delante de un mural que va desde los romanos hasta Hitler, pasando por una gran Bestia que pisotea a un cordero. El cuerpo de la Bestia está hecho con monedas por escamas y alusión a los imperialismos filosófico, económico, financiero y político, con la mirada permisiva del Vaticano. Da algo de sensación tanta alegoría apocalíptica, que unido al olor del edificio, que por alguna razón me recordaba al de una Iglesia, me hizo no bajar la guardia. 

En lo alto de la torre descansan cuatro sendas estatuas de los querubines, los cuales se ven desde varios kilómetros de lejos. Fuera, a los pies de la torre, un parque contiene una exposición de arte fantástico -arte moderno, ya se sabe-. Feng y yo hicimos una pausa en una cafetería cercana y dimos cuenta de una Leffe negra aprovechando que allí esa delicia cuesta lo mismo que la cerveza normalita en Maastricht. Me recomendaron una cerveza rubia hecha artesanalmente en la zona, así que tengo otra excusa más para volver. Además, he de confesar que me resulta mucho más grato el ambiente francófono que estar rodeado de flamenco. Tras tomarme una tortilla de jamón y unas bolitas de ternera picantes con salsa "andalouse". Más tarde he descubierto que existe ciertamente, pero es belga, no andaluza. Y para quien se lo esté preguntando, sí, podía elegir entre varias salsas y me decanté por la que supuestamente era de mi tierra: me gusta vivir al límite. 
El caminoo de vuelta empezaba sobre las dos y media de la tarde, tiempo suficiente como para llegar, tomar una ducha y llegar a tiempo al partido de Inglaterra-España. No obstante, había una parada programada en el camino en las exclusas de Lanaye, conocidad como "El embudo de Lanaye" por lo pequeñas que son en comparación con el tráfico que soporta. Tras subir a duras penas un monte vimos las increíbles vistas que se tenían desde el mirador. Bajamos por la otra ladera y vimos la exclusa, donde dos cargueros estaban pasando a la zona inferior. Nos quedamos unos diez minutos apreciendo la velocidad y nos alejamos para ver las compuertas, pero tuvimos que hacerlo demasiado para ver algo y al final decidimos volver directamente.La foto es de la posición en que nos pusimos para intentar ver algo de las compuertas negras que se ven al fondo. 

Volvimos a casa exhaustos, no tanto por los kilómetros recorridos sino por las cuestas que tuvimos que subir en el trayecto. Hicimos en total 30,3km de recorrido, de los cuales 5 podían ser cuestas, sin exagerar, siendo además las peores la de los tres montes que subimos: al complejo del restaurante, a la torre de Eben-Ezer y para llegar a Lanaye. Como es costumbre, añado el mapa de ruta:

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